¿CUÁNTO
VALE UNA MISA?
Ayer,
un grupo de jóvenes, con toda la ironía del mundo, me hicieron la pregunta:
¿Cuánto vale una misa o bautizar a un niño o casarse? Pensé responderle lo que
me enseñaron en el seminario: El valor de una misa es infinito. El valor
espiritual, se entiende. Pero la pregunta no se refería a lo espiritual.
Entonces
recordé a mi compañero Antonio Berriel que, con mucha frecuencia, dice que en
sus muchos años en el oficio de párroco, jamás ha puesto precio a un bautizo o
una boda o una misa. Y yo puedo afirmar que la gran mayoría de los curas
isleños tampoco cobran. Otra cosa es que se entregue un sobre por si se quiere
hacer un donativo voluntario.
Mis
jóvenes amigos no se conformaron con la respuesta y siguieron preguntando: ¿Y
qué haces con ese dinero de los donativos por las misas, por ejemplo? Les
aclaré entonces que ese dinero no es para el celebrante sino para el
mantenimiento de la parroquia como ocurre con las colectas. Cada cura tiene su
sueldo y, normalmente, deben vivir de su salario como cualquier persona.
No
tengo la menor duda de que, cobrar por un sacramento, resulta contradictorio.
Dice el evangelio de San Mateo: “Den gratis lo que recibieron gratis” (Mt 10,
8). Somos curas por la gracia (gratuidad) de Dios. Por tanto, debemos celebrar
los sacramentos gratuitamente. La Iglesia se mantiene, en buena parte, gracias
a los donativos de los creyentes. Y a ellos debemos estar agradecidos.
De
todos modos, el tema es serio y en algunos casos, escandaloso. Mucho debe serlo
en cuanto ha sido el mismo papa el que ha llamado la atención sobre los abusos
de muchas parroquias con los estipendios o tasas que se cobran por un
sacramento. El papa, en una homilía, se refirió con dureza a este hecho:
Cuántas veces, dijo, vemos que, entrando en un templo, todavía hoy, está la
“lista de precios”, por recibir el bautismo, la bendición, las intenciones de
la Misa, lo que hace que se escandalice el pueblo.
Un
profesor, en el Seminario, insistía en decirnos que hay dos cosas que el Pueblo
de Dios no puede perdonar: un sacerdote apegado al dinero o un sacerdote que
maltrata a la gente. A mí personalmente me desagrada la pregunta de quien va a
apuntar una misa y pregunta que cuánto vale. Ojalá llegue pronto el día en el
que todos los servicios parroquiales sean gratuitos. Y ojalá llegue también el
día en el no se trate de malos modos a nadie. Ni en las parroquias ni en ningún
otro sitio. Que quien llegue al templo se sienta de verdad como en familia, ya
que tanto lo predicamos. Pero lo mismo habrá que decir de otros colectivos
inscritos como asociaciones “sin ánimo de lucro” o ayuntamientos que en teoría
está al servicio de los ciudadanos y que, sin embargo, cobran por todo.
La
conversación con mis amigos me anima a hacer un canto a la gratuidad y al
trabajo desinteresado. Como gratuito y desinteresado es el trabajo de muchos
misioneros.
La
conversación con mis jóvenes amigos no terminó así. Cuando parecía que el tema
había acabado, les lancé mi pregunta: ¿Qué servicios gratuitos y generosos
hacen ustedes a la Iglesia o al pueblo? También me hago la misma pregunta. Misas
y bautizos gratis, sí. Pero no solamente afecta esto a los curas. Todos tenemos
la posibilidad de compartir algo de nuestro tiempo y nuestras cualidades sin
ponerle precio. Si algún cura cobra por un sacramento, muy mal. Y si tú no
ofreces nada gratuito a tu comunidad, tampoco está bien.
P.D.
Este fin de semana se celebra el Día de las Misiones: El DOMUND. Una
oportunidad para ser generoso.
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