LÁZARO,
JUAN, MARTINA.... TAMBIÉN SON SERES HUMANOS
Sigo diciendo y pensando que la vida es maravillosa. La vida es
inigualable, entre otras cosas porque nada más que tenemos una, tenemos que
aprovecharla, pero aprovecharla entre todos, para todos y con todos, no
aprovecharnos entre unos pocos, con unos pocos y para unos pocos. Una vida, a
veces, llena de contrastes, pero seguro que maravillosa.
Este verano, en una de las muchas caminatas que hacía por la
playa, miraba al mar y le preguntaba en silencio, que bello y hermoso eres,
pero por qué rompes con el ser humano. ¡Qué hermoso es bañarse en una playa,
pero cuántas vidas se dejan en las orillas de las playas y en los grandes
océanos de este mundo!. La vida es bella y contradictoria al mismo tiempo. Y de
esas contradicciones, yo me preguntaba, que cómo me lo planteaba yo y no era
capaz de darme una respuesta que me convenciera.
Este fin de semana, se celebra el día de los privados de libertad.
A veces les llamamos presos, convictos o reos. Nosotros o ellos, no lo sé, les
quitamos lo más preciado: el que yo pueda moverme como quiera y donde quiera
para recrearme en lo verdaderamente bello que es la naturaleza que nos rodea.
Este fin de semana los ojos tienen que estar puesto en edificios llenos de
medidas de seguridad extremas, en rejas que hacen que la claridad se vea casi
codificada, en horarios estrictos que hasta para estirar las piernas tiene su
horario. Este fin de semana dormiremos, quizás más tranquilos, al saber que en
el recuento diario están todos y no hay nadie que pueda perturbarme la paz que
me corresponde.
Me pregunto si este fin de semana y otros tantos tenemos la
conciencia tranquila al pensar que hay edificios como los que tenemos en
nuestra isla y en tantas ciudades de nuestra geografía. Hace ya muchos años, un
tal Amós, repartía leña, precisamente en las conciencias de aquellos
habitantes, echándoles en cara la farsa, la mentira, la ignominia en la que
vivían inmersos.
Curioso como el evangelio de este fin de semana nos habla de un
tal Lázaro, un pobre de la vida, lo más probable que desechado de la sociedad
de aquella época, un hombre y un nombre que incluso puedan ser irreales, pero
que son la fotografía de tantos y tantos que deambulan por nuestras ciudades,
con nombres y apellidos.
Hombres y mujeres, que como el evangelio dice (Lc 16,19), hemos
arrojado a los infiernos, hemos arrojado a los estercoleros de las ciudades o
de la sociedad y que nosotros hemos puesto un nombre precioso y le llamamos
centros penitenciarios; centros de reinsercción, centros de rehabilitación;
hombres y mujeres que están pagando las llagas que los avatares de la vida le
han ocasionado; llagas que muchos perros de nuestra sociedad le han pasado la
lengua y nosotros.... tranquilamente aplaudiendo que no nos ensucien los ricos trajes de "púrpura y lino y a lo mejor nos llamamos
Epulón": ¡Qué falsos somos!. No nos olvidemos que todos tienen nombre:
Lázaro, Juan, Martina....
Los que están en un centro penitenciario, no están de vacaciones,
no están por petición propia, están porque los errores de la vida se pagan,
porque las equivocaciones tienen que tener su corrección. Pablo cuando le
escribe a su amigo Timoteo le dice: "practica la justicia, la piedad, la
fe, el amor, la paciencia, la delicadeza....". Nunca le dice que ojala te
pudras y que pagues por los males que hiciste.
Confío y creo que la justicia tiene que hacer su labor y su papel,
pero que a quien tiene delante es un ser humano. María, como madre, a quién
hace poco la venerábamos como Virgen del Pino, ahora bajo la advocación de
nuestra señora de la Merced, seguro que intercede ante el padre por todos, por
los que somos libres y por los privados de libertad.
Nosotros, ¿cómo lo vemos?
Hasta la próxima
Paco Mira
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.