viernes, 5 de agosto de 2016

SEGURO QUE SON MÁS DE MILLÓN Y MEDIO Y TIENEN LAS VELAS ENCENDIDAS



 carta

Con motivo de la JMJ, alguien me comentaba, "Paco, más de un millón y medio de jóvenes, en Polonia, pero en nuestras parroquias, ¿dónde están?". Es verdad. Me he quedado con
la pregunta y la traslado a todos aquellos que crean que tienen la respuesta. Es verdad que no sólo eran jóvenes los que allí estaban pero seguro que todos tenían un espíritu que les hacía retroceder en años y que han vuelto con las pilas del corazón, del entusiasmo, de las ganas, de la ilusión... no solamente cargadas, sino con ganas de comerse el mundo.


Personalmente creo que este Papa se lo curra. Creo que este Papa, no siendo un gran músico como Benedicto, sabe tocar la nota adecuada, en el pentagrama oportuno, en el auditorio conveniente y ante un aforo que espera escuchar la melodía perfecta. Bergoglio, sabe que la esperanza no está en él (no se si estaré en Panamá, pero sí estará Pedro), sino que la esperanza está en los que vienen empujando, en los jóvenes, en aquellos a los que se les brinda un futuro incierto, pero un futuro que está en sus manos para poder cambiarlo.

Un futuro que pasa por no estar metidos en la droga del sofá, ni en buscar pokemons por las calles de nuestras ciudades. Un futuro que no pasa por no luchar por un mundo más justo, por decir lo que se piensa con sensatez de la política, por depositar un voto que valga un futuro, que dentro de lo posible, nos pueda parecer lo más justo posible. Un futuro que tiene un nombre: fraternidad. Francisco lo sabe y por eso lo proclama.

Un futuro que lo más probable que esté relacionado con el evangelio de este fin de semana: estén con las velas encendidas y con la cintura ceñida (Lc 12, 35). Y esto es lo más complicado de la labor juvenil. Concientizar de lo que realmente vale la pena, que el sofá nos da la comodidad suficiente como para convertirnos en generaciones de ninis, es decir, de gente que con un futuro maravilloso por delante no son capaces de decirle al mundo que tienen ganas de comérselo.

Dios está en la calle, el evangelio está en las orillas de los caminos. Dios camina con los jóvenes que se ilusionan con su proyecto, con su estilo de vida, con su forma de ver el mundo. Seguro que en Polonia han cargado pilas; seguro que en Polonia habría cerca de dos millones de jóvenes, pero también no es menos cierto que ellos ahora son los que tienen que estar atentos y alerta, porque cuando menos lo esperemos llega el novio y nos invita al banquete.

Quiero creer que muchos pensarán que hacen todo lo que pueden, sin embargo creo que se puede hacer más. De nosotros los mayores solo nos queda apoyarles, animarles, decirles que contamos con ellos, decirles que nosotros, en su momento, también hemos iniciado el mismo camino que ellos. Quizás no fuimos a Méjico, ni a Santiago, ni a Madrid, ni a Polonia, pero aquí estamos y muchos continuamos.

Me ha maravillado las ganas con las que muchos se han ido. Me ha maravillado la tristeza con la que muchos han vuelto. Seguro que ha habido amigos en distinta lengua; el corazón, en muchos, habrá latido de forma especial y ha hablado el mismo idioma; los correos, los wass,... han llenado las agendas de muchos, pero no nos olvidemos que no sabemos el día ni la hora y por ello merece la pena seguir en alerta.

No nos olvidemos que la fe es seguridad de lo que se espera, dirá la Carta a los Hebreos, luego ¿cuáles son mis razones para creer en Dios?. ¿Qué razones les doy a los demás?

Animo, no solo a los que pasan del millón y medio, sino a todos incluidos los veteranos.

Hasta la próxima


Paco Mira

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