MARÍA:
MUJER AL SERVICIO (DIACONÍA), NO MUJER DE SERVICIO (ESCLAVITUD)
El
otro día, haciendo eso que llaman zaping, en la tele, había una gala para la
elección de una mis. Una de las preguntas que le hicieron fue, ¿por qué
personaje histórico femenino sientes admiración?. La candidata, sin dudarlo un
instante, dijo: por mi madre. Me gustó la respuesta porque lo más probable es
todos hicieran un recorrido por la imaginación de cada uno con la intención de
encontrar a alguna mujer que nos marcara por algún lado.
Este
fin de semana, el mensaje de Jesús da para mucho. Empieza diciendo que traerá
fuego a la tierra y que ojala que estuviera ya ardiendo (Lucas 12,45). Sin
hacer un chiste fácil, lejos de mi intención, no quiero pensar cómo caerá este
evangelio en la isla bonita, en La Palma. Claro: entiendo y creo que no podemos
aplicar la literalidad del texto. El fuego se refiere a la buena noticia, a eso
que llamamos Evangelio.
¡Cuántas
veces en una familia decimos: "si quieres que nos llevemos bien, prohibido
hablar de política y de religión"!. Me resulta curioso que el fuego que
Jesús trae, sigue estando vigente veinte siglos más tarde. Sigue siendo piedra
de toque, de discordia, de enemistad por desgracia en muchos de los casos y
encima caemos en la trampa de no comentar o dialogar para no discutir.
Sin
embargo, vuelvo al concurso de mis, del principio, y el lunes vuelvo a sentir
admiración por mi madre en la fe, por María. Ahora que el Papa ha convocado una
comisión para estudiar la posibilidad de que las mujeres puedan ser diaconisas,
me da la impresión que estamos poniendo el acento en esto último, pero no en el
significado de la palabra y que muchas mujeres y hombres llevan haciendo sin la
necesidad de que ningún Papa convoque a ninguna comisión para estudiar nada.
Eso
que el evangelio del domingo denomina como fuego, a lo largo de la historia, ha
habido infinidad de mujeres y hombres que han entendido que el mensaje de Jesús
es un mensaje de servicio, de diaconía, de humildad, de entrega, de
generosidad... y creo que María cumple con todos esos requisitos.
Otra
cosa es que el servicio lo hayamos entendido como una esclavitud, como una
imposición, como una diferencia de clases y en eso... es verdad que la sociedad
no ha entendido en su justa medida el papel del hombre y de la mujer. Y cuando
hablo de sociedad incluyo a mi querida Iglesia. Muchas veces por ignorancia y
otras por diferencia clasista a la mujer, en nuestra Iglesia, no se le ha dado
el papel que le corresponde.
El
otro día hablando con una chica comprometida eclesialmente, me decía, Paco, lo
que menos me importa es que me den una imposición de manos,
sino que valoren el esfuerzo, el trabajo, el tesón que pongo en cada uno de los
actos y gestos que hago.
Es
verdad. Me pongo a pensar en asilos, en residencias, en atenciones a
dependientes, en hospitales, catequistas... la cantidad de mujeres que en
nombre del evangelio, de ese fuego que quema y abrasa, que trabajan y me quito
- si lo llevase - el sombrero. Cuando veo que desde la teología hay mujeres que
tienen ya su sitio ganado, en el ámbito musical, en el ámbito de la oración...
me vuelvo a quitar el sombrero. ¡cuánto y qué maravilloso servicio de diaconía
no ordenada existe en mi Iglesia!. Ojo esa Iglesia que es santa y que también
comete pecados, pero ojo... no podemos estar siempre mirando hacia atrás,
porque podemos tropezar con la piedra de adelante.
Solo
se puede servir desde la humildad, desde la sencillez. No nos olvidemos que
Jesús lavó los pies, seguro, de rodillas. No como gesto de humillación, sino de
servicio y este con alegría. Por eso María es una mujer al servicio (
diaconisa) de la buena noticia, no una mujer de servicio que por un dinero hace
una labor
No
hay mejor diaconía - masculina o femenina - que la que parte de la sencillez y
de la humildad y María es el mejor ejemplo.
Hasta
la próxima
Paco
Mira
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