SÍ,
SÍ.: EN CADA PUERTO UN AMOR
Bueno,
creo que todos los marineros suelen tener una "cierta mala fama",no
se si de mujeriegos, o que en cada puerto donde atraca un barco suelen tener
una aventura. Puede haber algo de cierto, pero también hay mucha leyenda
urbana, en este caso diría que marítima. Creo y afirmo que hay marineros a los
que no se les puede tildar o achacar de lo
que anteriormente he mencionado.
Este
fin de semana me quiero acordar de María. De María como Madre, como esa madre y
esa mujer que con la mirada fija en el horizonte, no perdida, sino inquieta de
quien está preocupada, sabe mimar y tratar con ternura a todos y cada uno de
los que viven de la inmensidad del océano. María es como el agua de ese mar:
incontable, no medible, abarcable a todo y a todos... nunca falla, siempre está
ahí, nunca se seca.
Por
eso puedo afirmar que María en cada puerto tiene no un amor, un montón de
amores. Un montón de hijos que cada vez que embarcan seguro que le dan un beso
al escapulario, a la imagen, a la estampa, ... de una madre que le dice: "
ten cuidado, yo estaré contigo, pero no te fíes". Que bonito que una madre
le diga eso a sus hijos".
María
es esa madre que enseña. Esa madre de la que los hijos aprendemos el
comportamiento, lo que hay que saber, la nobleza, la cercanía, la amistad... no
lo hace como quien erigiéndose en portavoz desgraciado de una consejería de
educación en Valencia, lo único que dice son burradas que en la forma y en el
contenido dejan mucho que desear.
María,
siguiendo el ejemplo de su hijo Jesús, un fin de semana más, nos invita a
parar, a descansar a sentarnos. Jesús va a casa de unos amigos (Lucas 10) y dos
hermanas tienen una actitud distinta ante la visita. Pero las dos son
receptivas, las dos quieren estar con lo importante de la vida las dos quieren
estar con Jesús. El sentarse significa tener una actitud de escucha, María nos
invita a escuchar en la vida, lo esencial.
Pero
también María nos invita a elegir en la vida: ¡cuántas mujeres y hombres, a
través de la vida religiosa, tienen a María como protectora!. ¡Cuántos
carmelitas y cuantas carmelitas!. Que bueno que María suscite, invite a
seguirle en ese camino. El mundo de hoy necesita espacios de vida interior,
necesita mirarnos a nosotros mismos en un año de misericordia.
Me
gustaría recordar también que María acoge, ayuda, consuela y fortalece a todos
y cada uno de los familiares de esos hombres y mujeres que dejan su fuerza y su
empeño en los mares de nuestro mundo. ¡Cuántas madres también se quedan mirando
al horizonte siguiendo la estela de su hijo que ha partido!. ¡cuántas esposas
se quedan en las orillas de los puertos en la espera de que su amor con el que
ha decidido compartir su vida no tarde!.¡ Cuántos hijos que van creciendo en la
vida sin el calor, la compañía, los besos de un
padre
que para ganarse el sustento diario tiene que estar un montón de tiempo fuera
de casa.
Me
gustaría, hacer como María en el evangelio de este fin de semana: tener tiempo
para escuchar al Padre, al que tenemos al lado, al ancianito que tenemos en
casa y que por su edad nos repite las cosas ochenta millones de veces; Me
gustaría no hacer como Marta que el ajetreo de la vida le lleva a no ver lo
esencial de ella. Estamos demasiado saturados de noticias, de precariedad de
cosas que no son importantes... y no oímos de tanto ruido lo esencial de la
vida.
Marta
y María son dos hermanas que podemos ser cada uno de nosotros. Felicidades a
los Carmelos y a las que se llamen Carmen. Felicidades a los hombres del mar y
a sus familias. No nos olvidemos de nuestra madre y digamos como ellos: Salve,
Estrella de los mares
Hasta
la próxima
Paco
Mira
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