viernes, 29 de julio de 2016

EL MARTIRIO TIENE QUE, COMO MÍNIMO, MANTENER LA FE, ANTES Y DESPUÉS DE POLONIA

 carta


La grandeza de la vida, es que es lo suficientemente grande como para descolocarte y trastocar los planes que tenías previstos para un momento determinado. Aquello de que el hombre propone y Dios dispone, cada vez resulta más evidente. Esta semana mi idea de compartir la reflexión quería que fuera por unos derroteros, sin embargo, los acontecimientos, la historia, la propia vida me conduce a compartir otros. Bien es cierto que no han de diferir mucho de lo que tenía pensado.

La semana pasada hablábamos de un mártir, Santiago. Hace quince días de ochenta y cuatro en Niza, no hace mucho, de nueve en Munich... Hoy quiero hacer mención de otro, en Normandía. Quiero rendir mi pequeño, gran, homenaje a Jacques Hamel. Y se lo quiero rendir por varias razones: por llevar el evangelio consigo y compartirlo; por llevar el compromiso de su fe echando una mano en una parroquia que lo necesitaba; porque a sus
ochenta y cuatro años, todavía tenía la necesidad de anunciar que Jesús, el mártir por excelencia, sigue vivo y él, cuando en francés dijo que en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu para comenzar la eucaristía, no sabía que él iba a inscribir su nombre en el Reino de los elegidos.


Me huele que, por desgracia, no va a ser el último mártir. Esta semana el Papa, nuestro Papa, está en Polonia. Les confieso que a mí las multitudes no me atraen en exceso, y en materia de fe, tampoco mucho. Y no me atraen mucho porque parece que son voladores para una fiesta que cuando se les va el ruido nos quedamos como estamos. Dice él que estamos en guerra, pero no de religión.

                 
No nos olvidemos que antes de la JMJ de Polonia, había fe y mucha; no nos olvidemos que antes de la JMJ de Polonia había muchos jóvenes que compartían y afirmaban su fe en Jesús de Nazaret; no nos olvidemos que antes de la JMJ de Polonia el evangelio tenía su vigencia. Pero tampoco nos olvidemos que después de la JMJ de Polonia tiene que seguir habiendo el mismo entusiasmo, con o sin el Papa, seguir anunciando el evangelio con o sin el Papa; compartir la fe con otros, con o sin el Papa. Me da la impresión que a veces el encuentro con el Papa hace subir la adrenalina y cuando se cierra el telón nos quedamos los que estábamos.

Este fin de semana el Papa, también estará de fiesta. Ignacio de Loyola su santo, su patrón jesuita, marca la fecha en el calendario. Ojala que el ejemplo de muchos que nos preceden en la fe, sean el estímulo para continuar adelante, sin necesidad (a veces) de tener que hacer un encuentro para insuflar aire a las "gomas de la fe" que estaban desinfladas.

Pero para ello hay que partir de la humildad. Todo lo que no tenga que ver con lo esencial no será más que "vanidad de vanidades". ¡Cuántas veces ponemos nuestra confianza en lo que no tiene fundamento!. Por ello el evangelio de esta semana nos recordará que no hay que atesorar más riquezas que las necesarias, porque en el fondo todo es efímero, todo es pasajero. Quizás lo que tenemos normalmente no nos deja ver lo esencial.

Ojala que la sangre de los mártires sea la que el mundo necesita, no por obligación sino por testimonio y ejemplo y acabar con las injusticias. Ojala que el ejemplo de Jacques y de otros tantos como él, sea el ejemplo de muchos que en la vida entregan lo más esencial en el testimonio y en la verdad. Ojala que el encuentro de Polonia, sea el revulsivo de muchos jóvenes, pero que no sea el final de la meta de muchos jóvenes. Ojala que no haya que volver a hablar de mártires.

Hasta la próxima


Paco Mira


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