El
botafumeiro (textualmente, el “esparcidor de humo”, en el gallego original) es
quizá uno de los símbolos más conocidos y populares de la catedral de Santiago
de Compostela.
Se
trata de un incensario de tamaño excepcional (52 kilos de peso y prácticamente
metro y medio de altura), que es manejado por ocho hombres (llamados
“tiraboleiros”) gracias a un sistema de poleas que permite que se balancee a lo
ancho de la nave transversal de la catedral, a los lados del altar.
En
1499 el botafumeiro salió disparado por la Puerta de Platerías, en medio de una
misa a la que asistía la que sería la reina consorte de Inglaterra, Catalina de
Aragón.
El
peso y altura del botafumeiro hace que, al balancearse, el movimiento alcance
velocidades de hasta 70 kilómetros por hora, por lo que, no es extraño, alguna
vez se ha desprendido de la cuerda.
De
hecho, en 1499 el botafumeiro salió disparado por la Puerta de Platerías, en
medio de una misa a la que asistía la que sería la reina consorte de
Inglaterra, Catalina de Aragón.
El
botafumeiro, en la actualidad, se utiliza sólo en algunas solemnidades. Desde
luego, especialmente en las relacionadas con la veneración de Santiago Apóstol.
Para
otras celebraciones, se usa una copia del botafumeiro original, un poco más
pequeña, que se conoce coloquialmente como “la alcachofa”.
El
botafumeiro (textualmente, el “esparcidor de humo”, en el gallego original) es
quizá uno de los símbolos más conocidos y populares de la Catedral de Santiago
de Compostela.
La
tradición cuenta que el uso del incensario en la catedral de Santiago comenzó
en el siglo XI cuando, debido al gran número de peregrinos que llegaban a Compostela,
fue necesario hacer un incensario de proporciones excepcionales.
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