Este fin de semana, la Parroquia de San Rafael de Vecindario, no sé si vestirá de gala, aunque debiera, pero quizás sí de fiesta, entre otras cosas porque va a vivir un acontecimiento que aún siendo normal, a veces, no le damos la importancia que debiera tener. Un grupo de cinco jóvenes, van a recibir de manos de nuestro Obispo, nuestro pastor en la fe, unos ministerios laicales. Es decir ministerios que los puede recibir cualquiera. Cualquiera que sienta y crea lo que significan.
Pueden parecer ministerios sin importancia, pero siempre he dicho que la iglesia es una gran pedagoga: con su lenguaje silencioso (a veces), con su lenguaje gesticular, con su lenguaje simbólico... habla a los cuatro vientos y encima lo que puede parecer que no tiene importancia, la tiene y mucho. Pero tiene importancia, porque lo que hace no se desliga del lenguaje cotidiano, de lo que normalmente hacemos en casa, en el trabajo, con los amigos, etc... Cuando en casa ponemos la mesa porque tenemos visita o para nosotros mismos, procuramos cuidar los detalles, puesto que en los detalles va mucho de nuestra personalidad, de nuestra manera de ser, de nuestra forma de actuar. Cuando leemos una noticia en el periódico que nos ha llamado la atención y que nos parece superinteresante procuramos comentarla con el que tenemos al lado al objeto de realzar aquello que hemos visto u oído.
Una de las cosas que mejor se evalúan en los colegios e institutos es si el alumno es capaz de razonar lo que lee; eso que llamamos comprensión lectora. De nada sirve leer mucho si no entiendo lo que leo. El lector es el que lee la Palabra de Dios. El lector es el que comprende lo que Dios me dice cuando me habla. El lector es el que es capaz de aplicar esa comprensión a la vida real. El lector es el que es capaz de ver al Jesús de Nazaret, al Jesús que ha leído en su quehacer diário. Los israelitas tenían una comprensión lectora maravillosa: toda su historia han sabido interpretarla a la luz de su comprensión de Dios. Pedro, José Félix, Pedro Luis, Rayco, Jonathan José, sean capaces de leer a Dios en la vida. Sean capaces de tener comprensión lectora en los acontecimientos cotidianos. Eso será síntoma que han comprendido el mensaje y pueden transmitirlo.
Quiero hacer una mención a lo que hemos celebrado esta semana: el seminario no es sólo una fábrica de hacer curas. Como decía Rayco, es una familia que vive y convive. San José fue un personaje bíblico del que no sabemos nada o casi nada. Pero nunca dudó de Dios en los momentos de incertidumbre y de no entender lo que había pasado. Muchachos, nunca miren hacia atrás y si lo hacen que sea para coger impulso. Sirvan la mesa, lean a Dios en sus vidas y transmitan lo que sienten y han aprendido.
Hasta la próxima
Paco Mira
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