Es
Dios quien me salva
nunca
me abandona,
aún
en el desierto más árido,
frío,
inhóspito y cruel
Nunca
jamás me abandona.
¿Me
alegraré solo en el verdor
de
los campos floridos?
El
Señor, mi fiel amigo está conmigo
en
medio de la resequedad de la vida,
cuando
no parece haber esperanza,
ni
motivo de alegría.
Me
gozaré en el Señor
quien
me atiende y me guía,
me
hace andar
en
las alturas con firmeza,
cual
venado ágil y vigoroso.
Como
espero en el Señor correré
y no
me cansaré,
en
mi Dios nuevas fuerzas tendré.
Mery Bracho
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