lunes, 1 de septiembre de 2014

USTEDES SON LA SAL Y LA LUZ

         
Tú, Señor, dijiste:
“Quien quiera guardar su vida, la perderá;
y quien la gaste y dé por mí, la recobrará”.
Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no nos paguen;
hacer un favor a quien nada puede darnos a cambio;
gastar la vida es arriesgarse incluso al inevitable fracaso,
sin falsas prudencias;
es quemar las naves en bien del prójimo.
Gastar la vida no es algo que se haga con gestos extravagantes
y falsa teatralidad.
La vida se entrega sencillamente, sin publicidad,
como el agua de la fuente,
como la madre que da el pecho a su hijito,
como el sudor humilde del sembrador.
Enséñanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible,
porque detrás de lo imposible están tu gracia y tu presencia
y no podemos caer en el vacío. Amén 
 Luis Espinal


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