¿A
quién he de temer?
Un
grupo de científicos y botánicos se
encontraban explorando remotas
regiones de los Alpes en busca de nuevas
especies de flores.
Un
día notaron, a través de sus binoculares,
una flor tan rara y tan bella que
su valor a la ciencia era incalculable.
Sin
embargo, la flor se hallaba en lo
profundo de una cañada que
tenía despeñaderos a ambos lados.
Para
agarrar la flor, alguien tenía que bajar por el despeñadero sostenido de una
cuerda.
Por
allí cerca había un muchacho curioso
observando la escena. Los científicos le dijeron que le pagarían bien si se dejaba bajar por
el despeñadero para arrancar la flor que
había en el fondo.
El
muchacho echó un largo vistazo al
profundo y vertiginoso precipicio y dijo: "Regreso en un minuto."
Al
poco rato volvió, seguido de un hombre
de pelo canoso.
Se
acercó al botánico y le dijo:
"Bajaré
por el despeñadero y les traeré la flor con
la condición de que este hombre sostenga la cuerda.
Es
mi papá."
¡Ojalá
que Dios nos dé la fe de ese muchacho!
¿Has
aprendido a confiar en el Señor así? Si
alguna otra persona sostiene la cuerda, no me atrevo a ir.
Pero
puesto que es Jesús el que me mantiene firme,
no puedo dudar. ¿Estás dispuesto
a decir:
"Si
mi Padre sostiene la cuerda no temeré"?
El
temor se desvanece cuando confiamos en nuestro Padre.
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