LA
FELICIDAD ESTÁ A CUATRO PASOS
Muchas
veces decimos que un sitio "está a cuatro pasos" para indicar que
está muy cerca. Pues bien, amigos, la felicidad está a cuatro pasos. Todos
buscamos la felicidad, pero no somos conscientes de que en realidad, puede
estar mucho más cerca de lo que pensamos. Además, una vez encontrada, no será
algo efímero, sino que puede ser permanente. Entonces, ¿cuáles son esos cuatro
pasos para alcanzar la felicidad?
1.-
MANTENER LA FE.
La
fe es aceptar lo imposible, arreglárselas sin lo indispensable y sobrellevar lo
intolerable.
La
fe ve lo invisible, cree lo increíble y recibe lo imposible.
La
fe es ociosa cuando las circunstancias son favorables; es únicamente ante la
adversidad cuando ejercitamos nuestra fe en Dios.
La
fe, igual que un músculo, se vuelve fuerte y flexible con el ejercicio.
Nunca
aprenderemos a tener más fe mientras estemos rodeados de comodidades.
Las
victorias más grandes son las victorias de la fe.
Lo
que cuenta no es tanto lo que podemos hacer, sino lo que podemos creer que Dios
hará.
La
fe acaba donde comienza la preocupación y la preocupación acaba donde comienza
la fe.
2.-
PERSEVERAR EN LA ORACIÓN
Nadie
puede vivir con dudas si ha orado con fe.
Dios
no concede giros cuando no hay depósitos.
Para
alcanzar una elevada estatura espiritual, antes hay que aprender a
arrodillarse.
Cuando
recibes el pan de cada día por el cual siempre oras, no te quejes de que no sea
un pastel.
Alguna
gente dice que el Cielo queda muy lejos. Los que están destinados a él sólo
necesitan unas pocas palabras para llegar.
Tal
vez nuestros problemas serían mayores, si Dios respondiera todas nuestras
oraciones.
3.-
LLENARNOS DE PAZ
La
paz no se hace en las mesas de negociaciones ni con tratados, sino en los
corazones de los hombres.
Cuando
Cristo es Señor de la mente, la paz es señora del día.
La
paz de Dios sobrepasa todo entendimiento y malentendido.
Si
tenemos paz en nuestras almas, nada nos afectará.
La
paz no es la ausencia de conflictos, sino la presencia de Dios, sea cual sea el
conflicto.
4.-
DISFRUTAR DE LA FELICIDAD
La
felicidad no se encuentra ni dentro ni fuera de nosotros, sino que es fruto de
nuestra comunión con Dios.
Estar
felices con lo que tenemos es la mayor de todas las riquezas.
La
diferencia entre los placeres espirituales y los terrenales es tan grande como
la que existe entre un banquete del que uno disfruta y uno retratado sobre un
muro.
Hay
dos maneras de ser rico: una es tener todo lo que uno quiere y la otra es estar
satisfecho con lo que uno tiene.
Seremos
más felices si damos a los demás un pedacito de nuestro corazón, en lugar de un
producto de nuestra mente.
Nuestro
corazón es más feliz cuando late por los demás.
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