viernes, 24 de enero de 2014

LECTURAS DEL DOMINGO 26 DE ENERO.3ER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


                                Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (8,23b–9,3):
En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y el país de Neftali; ahora ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierra de sombras, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, y el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.
Palabra de Dios

                                            Salmo  Sal 26,1.4.13-14

R/.
 El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.

                                               

                              Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,10-13.17):
Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir. Hermanos, me he enterado por los de Cloe que hay discordias entre vosotros. Y por eso os hablo así, porque andáis divididos, diciendo: «Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo.» ¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido bautizados en nombre de Pablo? Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Palabra de Dios
                                              


                                       Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,12-23):
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftali. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.» 
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.» 
Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, al que llaman Pedro, y Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. 
Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» 
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.
Palabra del Señor

                                             

“Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios”


Hemos dejado atrás el tiempo de Navidad y, paso a paso, vamos caminando por lo que, en la liturgia, llamamos tiempo ordinario, no porque no sea importante, sino porque nos va llevando de la mano, despacio, a meditar serenamente, sin fiestas importantes, a profundizar en las enseñanzas de Jesús.
Las lecturas de este domingo nos conducen a Galilea, donde Jesús comienza su vida pública proclamando: “Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios” este es el centro del mensaje de Jesús al mundo “El Reino de Dios” Cuando los apóstoles piden a Jesús que les enseñe a orar, después de la primera invocación al Padre de todos, pide: “Venga a nosotros tu Reino”.
Jesús, luz que ilumina toda la Escritura, nos enseña de un modo nuevo la presencia de Dios en el mundo. Y cómo nosotros tenemos que ser testigos de esa luz.
“El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz”. Es el mensaje de la lectura de Isaías.
Pablo, a su vez, nos recuerda que a quien tenemos que Proclamar es a Cristo cuidando de no querer ser nosotros los protagonistas del mensaje.
El Reino se hará presente, si dejamos que Cristo irradie con su luz al mundo entero.
El contenido de la Palabra de este domingo nos invita a:
-Dejarnos iluminar por Cristo
-Conversión personal
-Vivir unidos en la fe
-Escuchar su llamada para anunciar el Reino de Dios

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