Todos somos capaces de
controlar la ira cuando es lo suficientemente importante para nosotros.
Piensa en una madre que ha
tenido un día terrible de trabajo. Llega a casa, y comienza a preparar la cena.
El fregadero está perdiendo agua, empapando el suelo. Los niños pelean y la
cena se quema. La mujer, estresada, resbala y rompe su cuenco favorito. El
perro sale corriendo y tropieza con la lámpara, derribándola. Ella explota y
comienza a gritar y amenazar a sus hijos. Entonces suena el teléfono. Es una
llamada de su jefa en la oficina. De repente, todo la ira parece disiparse y es
capaz de tener una conversación educada.
O piensa en un muchacho que
está reparando su coche. Le han dado la pieza equivocada en la tienda, y no
consigue encajarla. Se hace daño en una mano y grita y maldice. Entonces un
coche aparca al lado de su casa y de él se baja su futuro suegro.De repente se
calma y se comporta educadamente.
Podemos controlar nuestra
ira cuando realmente queremos hacerlo. Si podemos controlar nuestro
temperamento por otras personas ¿por qué no hacerlo por Dios? Dios ve todo lo
que hacemos. ¿Acaso no es lo bastante importante cómo para controlar nuestra
ira delante de Él?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.