En las tinieblas se encendió una luz,
en el desierto clamó una voz.
Se anuncia la buena noticia:
¡El Señor va a llegar!
Preparad sus caminos, porque ya se acerca.
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz,
sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas
cada uno de nosotros quiere ser
antorcha tuya para que brilles.
¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos con tu luz!
Esta es la música del
lenguaje del Señor, y nosotros en preparación hacia la Navidad debemos
escucharla: nos hará bien escucharla. Normalmente, la
Navidad parece una fiesta de mucho barullo: nos hará bien guardar un poco de
silencio y escuchar estas palabras de amor, palabras de tanta cercanía, estas
palabras de ternura ...’¡Eres un gusano, pero te amo tanto!’. Por esto. Y
guardar silencio, en este momento en el que, como dice el prefacio, estamos en
espera, vigilantes”.
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