viernes, 20 de septiembre de 2013

LECTURAS DEL DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO.DOMINGO 22 DE SEPTIEMBRE

                                              Primera lectura

Lectura de la profecía de Amos (8,4-7):

Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: «¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?» Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 112,1-2.4-6.7-8

R/.
 Alabad al Señor, que alza al pobre

Alabad, siervos del Señor, 
alabad el nombre del Señor. 
Bendito sea el nombre del Señor, 
ahora y por siempre. R/.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos, 
su gloria sobre los cielos. 
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, 
que se eleva en su trono 
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R/. 

Levanta del polvo al desvalido, 
alza de la basura al pobre, 
para sentarlo con los príncipes, 
los príncipes de su pueblo. R/.

                                                 Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2,1-8):

Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol –digo la verdad, no miento–, maestro de los gentiles en fe y verdad. Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones.

Palabra de Dios

                                                         Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (16,1-13):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa." Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta." Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta." Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»
Palabra del Señor
PREGUNTÉMONOS PARA RECOSNTRUIR EL TEXTO
  1. ¿A quiénes se dirigió Jesús y cómo fue la parábola que les dijo?
  2. ¿Qué hacía el hombre de la Parábola?
  3. ¿Cómo va ganándose a los deudores de su patrón?
  4. ¿Cuándo el patrón se dio cuenta, ¿qué es lo que dijo?
  5. ¿Qué explicación da Jesús sobre los hijos de este mundo? ¿Qué deberíamos aprender?
  6. ¿Cómo se refiere Jesús a la fidelidad?
  7. ¿Cómo termina el texto? ¿Cuál es la frase o la idea principal que quiso dejar Jesús?
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MEDITACIÓN
¿Qué me dice el Señor a mí en el texto?
Este es otro texto clave del evangelista Lucas. Debemos hacernos unas preguntas para profundizar en nuestra vida estas palabras de Salvación:
  1. Jesús pone un ejemplo de un administrador infiel, pero que era astuto. ¿Podría yo ser un administrador de las cosas de Dios como este de la parábola?
  2. ¿Hasta qué punto mi fidelidad a Dios me lleva a ser recto en todo momento, aún cuando no quede bien ante los demás?
  3. ¿Trato de usar la astucia para ser un discípulo misionero?
  4. Finalmente Jesús habla de las amistades que se hace ganar este administrador. ¿Qué tan sincera es mi amistad para las otras personas? ¿Lo amo, lo respeto, lo cuido por lo que es, o por lo que tiene?
  5. ¿Brindo mi amistad a los demás lo que yo soy, o por lo que tengo o represento? ¿Cuál es mi carta de presentación para con los otros? ¿Qué reconocimiento espero?
  6. Realmente ¿construyo amistades cristianas y verdaderas o simplemente compañías pasajeras?
  7. ¿Cuál es mi verdadero interés para seguir? ¿nos vemos reflejados en el texto? ¿Dónde estoy buscando mi felicidad? ¿En las cosas momentáneas, en personas y amistades momentáneas?
  8. ¿Busco en mis amistades a aquellos con los que realmente puedo construir un puente que me lleven al encuentro y seguimiento de Jesús y de allí al Padre?
  9. ¿Cuántas riquezas mal elegidas puedo encontrar en mi vida, que usé también para comprar cariño, respeto y admiración de otras personas? 
Hagamos un momento de silencio y busquemos entre estas preguntas, cuál es la que más me llama la atención.
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ORACIÓN
¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor: 
  • Gracias Señor por tu Palabra Salvadora. Gracias por permitirme escucharte, aún cuando viendo mi interior, no soy el cristiano que tú deseas.
  • Me siento en algunas ocasiones como este administrador, que buscaba con las cosas y el dinero de sus patrones, comprar el afecto y la admiración de otros. Pero… Señor… me doy cuenta que esto terminaría muy mal. Te pido perdón por todas estas veces que no hice lo que es bueno a tus ojos.
  • Quiero pedirte Señor Jesús, que abras mi corazón que a veces está tan cerrado, y que me hables al corazón como siempre, diciéndome las palabras y los gestos oportunos.
  • Señor, que todos los bienes que tú me has permitido administrar que los use para tu gloria. Que pueda no comprar a la gente para mí, sino que todo se oriente a que pueda ser un discípulo y misionero tuyo.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.
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CONTEMPLACIÓN
¿Cómo hago propio en mi vida las enseñanzas del texto?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo final de este Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
16,13: Un empleado no puede estar al servicio de dos señores…
Y de esta forma nos ponemos en contemplación solicitando al Señor la posibilidad de ser fieles a Él.
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ACCIÓN
¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, me propongo hacer un verdadero análisis de conciencia. Ver cuántas veces uso mal los bienes que administro. Cuántas veces quiero cambiar cariño, respeto y admiración por intercambio de cosas. Y también preguntarse por la fidelidad al Señor. ¿Qué me pide el Señor que cambie en mi vida? Propongo algo concreto.
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 Ánimo en este caminar.

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