Perdonar ¡qué difícil arte! Sí, Señor, es un verdadero arte que conlleva trabajo fino y delicado. El perdón no se fabrica; no es fruto de la sola voluntad. El perdón se recibe. Lo he recibido desde pequeño, porque fui creciendo y madurando con el perdón de quienes me querían, ante mis muchas torpezas. Luego, cuando te pude conocer de manera personal, Señor, entendí lo cuánto me amas y me perdonas. Con ese bagaje existencial he ido creciendo y experimentando roces, desencuentros, y hasta heridas profundas que me han producido la relación con las personas. Perdonando me he sentido orgulloso de mi mismo, y en el fondo más fuerte y pleno. He entendido que el perdón debe ser inteligente y educativo. Setenta veces siete, no es un perdón ciego y dañino. Es dar oportunidad a quien está dispuesto al cambio y quiere crecer. Los que nos relacionamos nos herimos muchas veces, y otras tantas nos reconciliamos y renovamos el amor. Crecemos equivocándonos y rectificando, además de las veces que no sabemos controlar del todo el carácter. Perdonar es crecer, es madurar, es comprender, es ganar en altura humana, es abrir horizontes. Sentirme perdonado me hace nuevo, me modela en la humildad, me ayuda a buscar caminos de mejora personal, y me afianza en la verdadera autoestima. Gracias, Señor, por tu perdón creativo e inteligente. Gracias por saber estar. Gracias por mirarme con ojos nuevos.
Gracias por ser Dios y estar por encima de mis pequeñeces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.