Pues no deja de ser una forma de ganarse la vida. Desde que las redes sociales se han puesto en funcionamiento, una de las formas de ganar dinero es tener un número determinado de seguidores. Claro, cuanto mayor sea el número de seguidores, más dinero acabaré ganando: en la música, en Instagram, como influencer, en faceboock, en…. Cualquier plataforma. ¿El contenido?: ah, eso es lo de menos, lo que importa es el seguimiento. Si el que provoca el seguimiento es un personaje público famoso, entonces se desata la locura: véase el caso de Cristiano Ronaldo a la llegada a los Emiratos Árabes.
Pero los cristianos, ¿a quién decimos que seguimos?: ¿redes sociales?, ¿Instagram?, ¿Alguien?... está claro que nuestro modo de seguimiento no es por lo que representa a quien seguimos como persona y su valor como tal. Me gustaría ver la imagen de Aquel de Nazaret, que, pasando al lado de un lago, le dice a unos pescadores, ¡vamos! ¡Cuál sería el poder de convicción que sin despedirse de su familia, dejándolo todo lo siguieron.
Aunque no lo creamos, aquí y así nace la Iglesia. Ella no nace por un proyecto mejor o peor redactado, nace por un seguimiento, un seguimiento a una persona, a la de Jesús de Nazaret. La fe cristiana no es una adhesión doctrinal, sino una conducta marcada por nuestra vinculación a la figura de Jesús. Creer en Jesús, es vivir su estilo de vida.
Nuestra tentación es querer ser cristianos de certificado. Un día, nos han bautizado, nos han asentado en un libro, de vez en cuando pedimos una partida del mismo, asistimos a ciertos cultos vinculados a ese Jesús como pueden ser ciertos sacramentos de raigambre social y quizás hasta bien vistos… pero claro: la itv que marca nuestro grado de cristianismo no es lo anterior, sino si seguimos a un Dios que se hizo hombre en la fragilidad de un niño nacido en un pesebre.
La adhesión a Jesús no consiste en admirarlo como hombre ni adorarlo como Dios; podemos hacer ambas cosas y no comprometernos a nada más que a eso. La adhesión a esta persona significa una exigencia que nace del compromiso de quien está seguro que es él el que le da el sentido completo a su vida. Hoy pertenecer a la Iglesia de Jesús, con tal de estar bautizado y no romper la comunión con la misma, nos da la categoría de cristiano. Es como el padre que solo se compromete en la familia a tener hijos, pero la educación y todo lo que eso conlleva no le incumbe.
¡Qué grande ha sido la libertad de los primeros Apóstoles! Hoy, si escuchamos la llamada de Jesús, primero pediríamos que nos dejaran arreglar un montón de papeles, de cosas familiares, de dejar todo atado y bien atado.. y aquella gente es que no lo dudó ni un segundo: “síganme. Y al instante, dejando todo, le siguieron”. Es lo que llamamos la libertad de los hijos de Dios. Un mensaje que no nos hace ni nos tiene que hacer dudar nunca de la eficacia de un Dios que salva y que nos invita a seguirle.
En las redes sociales bloqueamos o sencillamente suprimimos a aquellos que no nos convencen o que en un momento determinado no hacen las cosas como a nosotros nos gustaría. Muchos bloquean a Jesús de su vida, porque el nivel de exigencia es mayor que el del gym, y además en el gym tenemos que pagar, mientras que el mensaje de Jesús es gratuito.
Me gustaría que estuviéramos atentos no a las redes sociales, sino a los que puedan pasar por la orilla de la vida llamándonos a seguirle. Hemos de saber reconocerle en aquello y en aquellos que le han conocido primero o que sin saberlo y conocerlo Jesús camina con ellos.
Creo que sería bueno que escucháramos a los acontecimientos de la vida en un domingo que está dedicado a la palabra. Hablemos, escuchemos no a las redes sociales, sino a quien tiene palabras de vida eterna.
Hasta la próxima
Paco Mira
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