Todos tenemos claro que la Biblia es un libro religioso y como tal hay que entenderlo; que es Palabra de Dios porque creemos que el mismo Dios habla en la historia a través de un pueblo y de ciertos personajes de ese pueblo que aparecen en ella... pero ese libro que llamamos Palabra de Dios nos marca ciertos textos que hay que tomarlos al pie de la letra, como el de este domingo, el del Buen Samaritano (Lucas 10)
Probablemente no es un texto histórico, pero es un texto de tanta actualidad, que nos sucede todos los días. Es un texto que nos vuelve a interpelar con la pregunta, ¿Quién es mi prójimo?. Amar a quien quiero, es fácil; amar a quien me toca la moral, pone a prueba la practicidad del samaritano. Hay tres formas de ver al prójimo.
Una sería la de lo tuyo es mío. Son los ladrones que asaltaron al que bajaba de Jerusalén. Hoy en día se traduciría en apropiarnos de lo que es de los demás y de lo que las personas necesitan para vivir con dignidad. Pero no solamente cosas materiales, puede ser la cultura, los valores que llevan años promoviendo, su honra, su identidad, sus derechos... para los que hacen esto, el otro no es su prójimo.
Otra sería que lo tuyo es tuyo, es la forma del sacerdote y de los levitas que dan un rodeo para no implicarse en la suerte del que está apaleado en el camino. ¡ Cuantos hombres y mujeres de nuestro tiempo pasan por los caminos de la historia enarbolando la bandera de la indiferencia!. Probablemente habremos dicho en más de una ocasión que es tu problema, no es el mío. Como dice el Papa Francisco, "nuestra sociedad ha perdido la capacidad de llorar por el hermano". Si caemos en la trampa de la indiferencia también es difícil que veamos al hermano.
La tercera forma de ver al prójimo es la de " lo mío es tuyo", es la actitud propia de Jesús, del que se conmueve ante el dolor y el sufrimiento ajeno, pero no porque tiene que ser ajeno, sino porque me siento identificado como hermano del que sufre, del que no tiene las mismas capacidades que yo puedo tener para poder seguir adelante.
Decía al principio de estas palabras si había que tomarse el evangelio al pie de la letra. Claro que sí. Dios no descansa en vacaciones. Dios camina en el sol de la playa y en el susurro del viento de la montaña, pero también camina con el pobre, con el caído en cualquiera de los caminos de nuestra vida, y eso que las cunetas de nuestra vida está llena de apaleados, y está esperando que se acerque un buen samaritano. Igual podemos ser nosotros.
Hasta la próxima
Paco Mira
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