A principios de otoño, la climatología nos comunicaba que hay ciertas cosas que el hombre no puede predecir, no sé si debe, pero desde luego las hay que no se pueden. Es lo que les pasó a los mallorquines, a las islas Baleares, donde el temporal de lluvia y viento se cebó con ellos.
Pero también dejó claras algunas cosas: por ejemplo que para volver a fabricar hay que pensarlo muy bien donde se hacen las viviendas y por otra parte que ante una tragedia a nadie se le deja solo, todo lo contrario, sobrarán - dentro de la desgracia - manos.
Una de esas manos y que además dio la vuelta al mundo fue la de Rafa Nadal, probablemente uno de los mejores deportistas que ha dado nuestro país y con la raqueta, ha sido único. Un hombre que si solamente lo juzgamos por lo visto en aquellas imágenes cogiendo un cepillo y barriendo como el que más, podríamos decir que es un escaparate publicitario que le sirve para consolidar su imagen en un momento en que quizás los años le están pasando factura. Pero claro si recorremos la historia de Rafa, toda su trayectoria, vemos que ha sido siempre de la misma manera y que además en muchos casos ha sido la envidia sana de compañeros y conciudadanos.
Lo más seguro es que el evangelio de esta semana pueda parecer que a los ricos, a los que manejan el dinero por circunstancias de la vida, a otros "nadales" se les va a criticar cuando echan en el cepillo o en el lampadario correspondiente. No hace mucho alguien me decía que en una parroquia de esta isla, todos los meses alguien echaba 500€ para caritas. Los ricos también pueden ser solidarios, no pueden, deben ser solidarios.
Lo que sí está claro es que lo que Jesús resalta no es el que echemos en el cepillo una cantidad determinada, sino la actitud con la que la echamos. Todavía nadie ha identificado a la persona que mensualmente echa 500€, ni esa persona ha dicho que era ella; ¡ qué bonito que el anonimato sea el nombre de la solidaridad, aunque esta tenga nombre y apellidos!. La solidaridad no es anónima, tiene rostro, sonríe, llora, se ilusiona... porque detrás de ello, hay y está la historia de un ser humano.
La viejilla que echaba lo que tenía, no es ni más ni menos que la entrega generosa de tantos y tantos que en nuestra Iglesia santa y pecadora al mismo tiempo dan y entregan su cualidades, sus virtudes, sus horas, sus sacrificios familiares... ¡qué fácil es comprar cualidades porque me sobra el dinero!. Esos son los opulentos en una celebración; esos son los que se ponen en pie para que se vea quienes son los que echan; los anónimos, los de la segunda fila, los que no reciben los aplausos, los que no se llevan ningún premio... pero que siempre están al pie del cañón, son los que entregan todo lo que tienen y lo ponen al servicio de los demás: quienes abren y cierran una Iglesia, quienes la limpian, quienes atienden caritas, quienes visitan, acompañan a los enfermos...
Cada vez que la televisión nos muestra tantos y tantos voluntarios de dependencia, tantos voluntarios de la cruz roja, tantos voluntarios cuando llega una patera inclusive con cadáveres... esos son los que dan no lo que les sobra, sino lo que tienen y hasta más de lo que pueden. Probablemente se quedarían en números rojos a nivel bancario.
Rafa Nadal podría ser el anónimo solidario como la viejilla del evangelio, pero alguna cámara lo ha pillado y ha hecho que se vuelva viral. En el fondo no es malo. No es malo que la gente sepa que hay ricos que también arriman el hombro y que probablemente el dinero, para ellos, no lo es todo.
Felicidades a las parroquias de Ingenio porque han estrenado blog
Hasta la próxima
Paco Mira
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