viernes, 26 de octubre de 2018

YO TAMBIÉN QUIERO SER BARTIMEO


 carta
Hace años, me encontré con un ciego que no era de nacimiento, sino que por una negligencia había quedado sin visión. Recuerdo que él me comentaba que era lo más terrorífico que le había pasado y el razonamiento que me daba era lógico. El que nace ciego no sabe nada de la realidad, la puede intuir, pero el que ha nacido con visión, sabe lo que es perder lo esencial para desenvolverse en la vida. No se resigna a que tenga que ser guiado por otro o por otros.
El evangelio de esta semana nos habla de Bartimeo. Nos habla de un ciego. Pero no de un ciego cualquiera. De un ciego que está al borde del camino. Y es que los caminos de esta vida están llenos de ciegos. De ciegos que probablemente nosotros, con nuestra negligencia – como el ciego que yo he conocido – hemos querido que estén en las orillas de nuestras vidas. Ciegos, como Bartimeo (pero que pueden llamarse, Paco, Juan, María, Elisa, Gloria….) que gritan, que nos gritan y piden ayuda. Pero no una ayuda de colirio que tranquilice nuestra conciencia, sino el colirio de “tener la vista “ para ver lo que otros no son capaces de ver y atender los gritos de quien nos pide ayuda.
Probablemente el camino, la orilla de Bartimeo, es una orilla de oscuridad en su corazón. Probablemente Bartimeo quiere caminar por caminos de verdad, justicia, libertad, amor, solidaridad. ¡Qué fácil es guiar a otro, pero qué difícil es dejarnos guiar por quien hemos puesto nuestra confianza!
Me gustaría ser un Bartimeo de la vida para ver con claridad el sentido de nuestra vida… no quiero seguir con la ceguera del consumo y por el ansia del poder.
Me gustaría ser un Bartimeo de la vida para ver con claridad el camino que me propone el evangelio, para viéndolo a él, hacer un mundo más humano y más fraterno, en la reconciliación y en la verdad.
Me gustaría ser un Bartimeo de la vida, para ver a todos los compañeros del camino. No me gustaría hacerme el ciego para hacer invisible a los últimos. Quiero ver el rostro de Jesús en los inmigrantes, en las viudas, en los huérfanos, en los que echan de sus casas, en los que no llegan a fin de mes… en aquellos que la sociedad, yo, vamos excluyendo de los bienes y servicios que son de todos.
Me gustaría ser un Bartimeo de la vida para ver el sufrimiento de mis hermanos. En nuestro paisaje urbano ya nos hemos acostumbrado y quizás ya no nos afecta, a ver colas de hermanos en los comedores sociales, en las oficinas de empleo, inmigrantes que mueren a punto de alcanzar la costa de la vida, de hermanos que rebuscan en los contenedores de la basura.
Me gustaría ser un Bartimeo de la vida para ver con humildad nuestra fragilidad y nuestra vulnerabilidad para acercarnos a los que sufren y a las
víctimas y como compañeros de camino y de lucha, no desde la arrogancia de quienes creen que siempre aciertan.
Quiero ser un Bartimeo de la vida para ver que juntos podemos avanzar más y mejor. Que el camino de la unidad es posible cuando llenamos de Evangelio nuestra mirada y nos atrevemos, juntos, a construir el futuro.
Quiero ser un Bartimeo de la vida para ver la luz de la esperanza, porque sabemos que Jesús nos pregunta una y mil veces, ¿qué quieres que haga?. El siempre está presente en nuestra historia.
¿Se dan cuenta qué importante es la visión?. No solo la física, sino la del corazón. “hay miradas que matan”, pero “hay miradas que valen por mucho y para muchos”

Hasta la próxima
Paco Mira

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión es importante.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.