EN LA SALUD Y ENFERMEDAD....¡SÍ QUIERO!
No hace mucho salía un estudio que decía que España es de los países donde más se divorcia la gente. Pero acercando más el zoom decía que por la Iglesia, más todavía y para rematar la faena decía que en Canarias era de las comunidades españolas en las que más sucedía esto. Probablemente muchos se habrán tirado de los pelos por la pérdida de "clientela", pero probablemente requiera una reflexión profunda, que creo que yo aquí no voy a dar.
Sí puedo compartir que estoy en el equipo de pastoral familiar y prematrimonial de los arciprestazgos del sur y de Vecindario. Cada dos/tres meses tenemos una media de veinte parejas que deciden hacer el cursillo prematrimonial. Siempre quedará, probablemente en el fondo del corazón de cada una de ellas, el por qué no se quedan como están o legalizan su situación civilmente. He de confesar de muchas de ellas vienen con los deberes hechos y ya tienen hijos. Algunos vienen de relaciones anteriores fracasadas... pero en su corazón es que quieren poner a Dios en medio de sus vidas.
En tiempos pretéritos lo que hacíamos era sancionar a quienes hacían deberes antes de tiempo; en tiempos pretéritos teníamos que llegar inmaculados/as a ese paso; en tiempos pretéritos éramos anunciados en las puertas de las Iglesias por si había algún impedimento para que públicamente dos personas declararan que se querían con locura.
Me resulta curioso que el Papa Francisco nos dice a todos que acojamos con un corazón limpio incluso a las parejas que no estén casadas por la Iglesia y muchas veces lo que hacemos es negarles incluso la comunión. Dios es un padre que ama y acoge; Dios es un Padre/Madre que abraza a todos y cada uno de sus hijos.
La liturgia de este fin de semana nos invita, a todas las parejas a que seamos una sola carne, pero no en el ámbito carnal o literal de la expresión, sino que el corazón lata en la misma dirección; que el proyecto que se inicia juntos sea un proyecto compartido, comunicativo y dialogado; que el proyecto que se ratifica se un proyecto consecuente con el paso en donde lo doy: un paso en la fe, desde la fe y con Dios que camina en mi vida.
Probablemente una de las claves que nos da el evangelio es la de la humildad de un niño. El compartir la vida con otro/otra requiere una dosis de humildad enorme, de generosidad de entrega, .... probablemente las dificultades de la vida, las alegrías, las penas, los momentos buenos, las enfermedades... serán el termómetro que nos lleve a ponernos a prueba de la resistencia del amor.
Una sola carne es que nos olvidamos de las individualidades para convertirnos en una sociedad plural familiar, nos convertimos en un nosotros. ¡qué difícil es, a veces, dejar de pensar en uno mismo para pensar en todos los que nos rodean.
Me maravilla, cada vez que tenemos el cursillo prematrimonial, como la gente se emociona (a lágrima viva) cuando tiene que valorar las cualidades y virtudes de la pareja. No se trata de echar en cara nada, sino que desde la humildad infantil evangélica, valoremos lo que hemos escogido y que deseamos compartir a lo largo de toda la vida.
Hasta la próxima
Paco Mira
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