Primera lectura
Lectura del libro
de la Sabiduría (6,12-16):
La
sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la
encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean.
Quien madruga por ella no se cansa: la encuentra sentada a la puerta. Meditar
en ella es prudencia consumada, el que vela por ella pronto se ve libre de
preocupaciones; ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen;
los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada pensamiento.
Palabra
de Dios
Salmo
R/.
Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío
Oh
Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi
alma está sedienta de ti;
mi
carne tiene ansía de ti,
como
tierra reseca, agostada, sin agua. R/.
¡Cómo
te contemplaba en el santuario
viendo
tu fuerza y tu gloria!
Tu
gracia vale más que la vida,
te
alabarán mis labios. R/.
Toda
mi vida te bendeciré
y
alzaré las manos invocándote.
Me
saciaré como de enjundia y de manteca,
y
mis labios te alabarán jubilosos. R/.
En
el lecho me acuerdo de ti
y
velando medito en ti,
porque
fuiste mi auxilio,
y
a la sombra de tus alas
canto
con júbilo. R/.
Segunda lectura
Lectura de la
primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,13-17):
No
queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como
los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado,
del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con
él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos
y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él
mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la
trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en
primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con
ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre
con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.
Palabra
de Dios
Evangelio del
domingo
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (25,1-13):
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino
de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al
esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar
las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas
de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se
durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a
recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron
a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un
poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas
contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor
es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo,
llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de
bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas,
diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo
aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la
hora.»
Palabra
del Señor
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