¿De
qué quiere usted la imagen?
- Preguntó el imaginero-
Tenemos
santos de pino,
Hay
imágenes de yeso.
Mire
este Cristo yacente,
madera
de puro cedro.
Depende
de quién la encarga:
una
familia o un templo.
O si
el único objetivo
es
ponerla en un museo
…………………………
- Déjeme, pues ,que le explique
Lo
que de verdad deseo:
Yo
necesito una imagen
Del
Jesús el galileo
que
refleje su fracaso
intentando
un mundo nuevo,
que
conmueva las conciencias
y
cambie los pensamientos.
Yo
no la quiero encerrada
en
iglesias ni conventos,
ni
en casa de una familia
para
presidir sus rezos.
No
es para llevarla en andas
cargada
por costaleros.
Yo
quiero una imagen viva
De
un Jesús, hombre, sufriendo
que
ilumine a quien la mire
el
corazón y el cerebro,
que
den ganas de bajarlo
de
su cruz y del tormento,
y
quien contemple esa imagen
no
quede mirando un muerto
ni
que con ojos de artista
solo
contemple un objeto
ante
el que exclame admirado:
“¡qué
torturado más bello!”
………………………………..
-Perdóneme si le digo
-
responde el imaginero -
Que
aquí no hallará seguro
la
imagen del Nazareno.
Vaya
a buscarla en las calles
entre las gentes sin techo,
en hospicios y hospitales
donde
haya gente muriendo.
En
los centros de acogida
En
que abandonan a viejos,
en
el pueblo marginado
entre
los niños hambrientos,
en
mujeres maltratadas
en
personas sin empleo.
Pero
la imagen de Cristo
no
la busque en los museos,
no
la busque en las estatuas
en
los altares y templos,
ni
siga en las procesiones
los
pasos del nazareno.
No
la busque de madera,
de
bronce, de piedra o yeso.
Mejor…¡busque
entre los pobres
su
imagen de carne y hueso!
Martín
Valmaseda
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