NUNCA MÁS USAR LA VIOLENCIA Y SONREIR.
Las noticias malas siempre son las que más se nos quedan
grabadas en la memoria. Y, por desgracia, buena parte de las informaciones que
nos llegan se refieren a hechos negativos: asesinatos, violencia de
género, acoso… Pero algunas veces, junto a la noticia desagradable,
aparece el hecho bonito y emotivo que vale la pena recordar. Porque, aunque
parezca raro, la verdad es que mayoría de los políticos son honrados; la
mayoría de los funcionarios son buenos trabajadores; la mayoría de los curas
son tolerantes y la mayoría de los periodistas rechazan el amarillismo y no
disfrutan informando de lo mal que está el mundo.
En
estos días, los colegios celebran el Día de la No violencia y la Paz, con
ocasión del aniversario de la muerte de Gandhi. Hay que aplaudir que
muchos centros de enseñanza realicen actos entre los alumnos para fomentar el
diálogo, el respeto y la tolerancia. Y hay que aplaudir más fuerte aún a los
profesores que no sólo cuidan celebrar el “Día” de la No violencia sino
que procuran que a lo largo de todo el curso se trabajen y se vivan valores
fundamentales como la paz y el diálogo. Y con más ganas hay que aplaudir a los
niños y jóvenes que ponen la mejor nota de humanidad y de amor con gestos de un
valor inmenso. A veces, intentando apaciguar u su padre o su madre
en momentos de discusión. Y en otras ocasiones, mediando entre los compañeros
para que no se use la violencia de las palabras que suelen ser el primer paso
para pasar a la violencia física.
¿Quién
no recuerda aquella foto de Alejandro, un niño de 5 años, separando al árbitro
y al entrenador de un equipo de fútbol de pre benjamines? No se puede
olvidar a aquel chiquillo de Gran Canaria. Alejandro se acercó por detrás
de las dos personas mayores y estirando los brazos, les pidió que dejasen de
pelear. Y lo consiguió. Y el público aplaudió. Alejandro sirve de
ejemplo para algunos padres que no han aprendido todavía que el
fútbol es un deporte. Y que en el deporte, además del ejercicio
físico, se comparten otros muchos valores, más importantes aún, como el
compañerismo, la humildad y el respeto. Las iras y apasionamientos de poco
valen.
Gandhi
decía que “existen muchas causas por las cuales estoy dispuesto a morir,
pero ninguna por la cual esté dispuesto a matar. Si quieres cambiar el mundo,
cámbiate a ti mismo”. Y Jesús de Nazaret, que sufrió la furia de
sus mismos paisanos, nunca utilizó la violencia. Por eso Pablo de Tarso, cuando
descubrió el mensaje cristiano y lo adoptó como suyo, pudo escribir
aquello que tantas veces hemos leído: “Aunque hablara las lenguas de los
ángeles, aunque conociera todos los secretos del saber, aunque tuviera
mucha fe, aunque repartiera en limosnas todo lo que tengo, si me falta el amor,
no soy nada”. Es decir que no hay camino para la paz. Que la paz es el
único camino. Lo dijo Gandhi. Y lo practicó. También lo practicó el pequeño
Alejandro y tantos niños y jóvenes que hoy nos lo recuerdan a los mayores.
Las
noticias malas de cada día, siempre nos dejan un pequeño hueco para encontrar
lo bueno de tantas personas que, desde la humildad, practican el bien.
Permítanme
hoy acabar con los versos de la canción de Antonio Flores que
cantaban a coro los alumnos de un Instituto:
Si pudiera olvidar todo aquello que fui
si pudiera borrar todo lo que yo vi
no dudaría, no dudaría en volver a reír.
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