LA TRAICIÓN DE JUDAS
Meditación del Papa Francisco
Este acto dramático marca el inicio de la Pasión de
Cristo, un doloroso camino que Él elige con libertad absoluta. Él mismo lo dice
claramente: "Yo doy mi vida.. Nadie me la quita: la doy por mí mismo.
Tengo el poder de darla y el poder de recobrarla". Y así comienza el
camino de la humillación, del despojo, con esta traición. Es como si Jesús
estuviera en el mercado. 'Este cuesta treinta denarios'. Y Jesús recorre este
camino de la humillación y el despojo hasta el final.
Jesús alcanza la humillación completa con la "muerte
en la cruz". Se trata de la peor de las muertes, la destinada a los
esclavos y a los delincuentes. Jesús era considerado un profeta, pero muere
como un delincuente. Mirando a Jesús en su pasión, vemos como en un espejo
también el sufrimiento de toda la humanidad y encontramos la respuesta divina
al misterio del mal, del dolor, de la muerte […] Esta semana nos hará bien a
todos nosotros mirar el crucifijo, besar las llagas de Jesús, besarlas en el
crucifijo. Él ha tomado sobre sí el sufrimiento humano, se ha endosado todo ese
sufrimiento.» (Catequesis, S.S. Francisco, 16 de abril de 2014).
Reflexión
Lo que sucedió en la vida de Judas nos ayuda a
reflexionar sobre nuestro amor hacia Dios. ¿Somos consciente del gran amor que
Dios nos tiene? ¿Nos damos cuenta de tantas muestras de cariño de su parte: la
vida, el don de la fe, mi capacidad de amar, mi familia, mi hogar, el alimento,
el vestido, algún gustillo, la maravilla de la naturaleza, incluso las pruebas
y dificultades que me ofrece para llevarlas con amor, su entrega en la cruz? La
caída de Judas es el resultado de una vida en la que poco a poco se enfrió el
amor al Maestro. Examinémonos con sinceridad y confianza delante de Jesús y
pidámosle el valor y la fortaleza para guardar nuestro corazón sólo para Él.
Propósito
Hoy me privaré de algún gusto y haré un pequeño
sacrificio en reparación de mis pecados.
Diálogo con Cristo
Jesús, gracias porque me amas y me perdonas cuando me
acerco a Ti con un corazón contrito. Concédeme vivir en este día como un
verdadero hijo tuyo, consciente de tu amor y también consciente de esta gran
responsabilidad que es ser hijo tuyo. No permitas que la avaricia, la soberbia
o la sensualidad me aparten de Ti. Quiero ser como Juan, un discípulo fiel que
te acompañe en los momentos alegres y sobre todo en los difíciles. Tiempos
difíciles pasa tu Iglesia hoy en día, cuenta con mis hombros para recargar un
poquito el peso de esta gran cruz. Yo no quiero volver a traicionarte, no
quiero volver a dejarte solo.
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