LOS CÁNTAROS DE LA VIRGEN MARÍA
Cuenta una leyenda
que un peregrino se acercó a casa de la Virgen María, y que le preguntó cómo podía tener
la casa tan limpia y tan ordenada. María le contestó: cuando uno está en paz
con Dios, la consecuencia más inmediata es que su vida está perfectamente
organizada.
El peregrino observó
que, en la cocina, había unos gigantescos cántaros. ¿Qué hay en su interior?
Preguntó el caminante. Y, María, le contestó: es lo que Dios me da para
enriquecer mi propia vida y, también, la de aquellos que se acercan hasta El
para pedirle diversas gracias.
El peregrino, uno a
uno con el permiso de la Virgen,
fue levantando la tapa de los recipientes mientras, María, le iba explicando:
La
FE. Para que no os sintáis solos. Yo también,, en Nazaret,
tuve vértigo, temor. Pero la FE
que Dios me concedió fue más grande que las incertidumbres que salieron a mi
mente. Si te das cuenta, y miras en las paredes de este cántaro, hay miles de
huellas agradecidas porque, la fe, fue su fuerza y seguridad en el caminar. En
lo invisible de éste cántaro está lo que mueve montañas y almas: la fe.
La ESPERANZA. Yo creí y veo que, el mundo, cree y no
cree, espera y no espera, confía pero no se fía totalmente en su futuro. La
esperanza es algo que necesitáis los hombres para no quedaros tristes ni
conformes con la situación que os rodea. Quien se asoma a este cántaro, Dios,
le ofrece un horizonte lleno de posibilidades.
La CARIDAD. Siempre es mejor dar que recibir. Yo,
por Dios, lo ofrecí todo. Hasta José lo dejé en un segundo plano para que Dios,
me cogiera toda para El. Si observas el fondo de este cántaro, el hacer el
bien, es pasaporte para la vida eterna.
La ALEGRIA. Las caras tristes son una tónica
dominante en la tierra. ¿Por qué si tenéis tanto sufrís por lo que no tenéis?
Dios, con este cántaro, os ayudará a ser felices con lo más insignificante.
Uno, cuando recoge del contenido de este cántaro, va por el mundo con un rostro
risueño.
La CRUZ. Estos trozos de madera son las pruebas que
llaman en forma de enfermedad a la puerta de la salud de muchos de mis hijos.
Pero os digo que, Dios, no da si no aquello que sabe que podemos soportar. ¡Aún
recuerdo el gran madero de mi hijo Jesús! Este cántaro está lleno de muchos
trozos aportados por los sufrimientos y decepciones de los hombres.
El AMOR. Ya ves. Este cántaro es el más lleno.
No hay forma de contener su esencia. “Dios es amor” dice aquel que me acogió al
pie de la cruz. Y es verdad. Si te asomas a esta vasija, podrás comprobar que,
el amor, es más grande cuanto más nos acercamos a Dios. Te lo digo por
experiencia. Hay muchos hombres que se empeñan en vaciar esta vasija, pero
cuanto más lo intentan, más y más se llena. Es el milagro de Dios: el amor que
nace y nunca se cansa de nacer.
La
ORACIÓN es el gran regalo que Dios puso desde el principio en
mi historia y en mi vida. Sin ella, aún siendo Madre de Jesús, no hubiera
comprendido ni me hubiera lanzado en todo lo que Dios había pensado realizar
conmigo.
Esta vasija contiene el vigor y la intimidad con
Dios. Asomarse a este cántaro de la oración, posibilita la confianza, la paz,
la seguridad y la respuesta certera por parte del Señor. Les garantizo, con la
oración, serán fuertes y llegaran hasta el final
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