sábado, 7 de diciembre de 2013

LECTURAS DEL DOMINGO 8 DE DICIEMBRE. 2º DOMINGO DE ADVIENTO

                                                   
    
                                                     Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (11,1-10):
Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 71,1-2.7-8.12-13.17

R/.
 Que en sus días florezca la justicia,
y la paz abunde eternamente


Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.

                                           
                                         Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (15,4-9):

Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, según Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. En una palabra, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas; y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia. Así dice la Escritura: «Te alabaré en medio de los gentiles y cantaré a tu nombre.»

Palabra de Dios
                                       

                                           Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (3,1-12):
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»
Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."» 
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. 
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizará, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»

Palabra del Señor
                             


          ¿Qué me dice el Señor a mí en el texto? 
  1. Estamos en un momento de espera del Señor ¿en verdad yo estoy en esta tensión dinámica preparándome para recibir a Jesús?
  2. ¿Qué significaría en mi vida arrepentirse? ¿De qué cosas debo arrepentirme? ¿Y enderezar mi sendero? ¿De qué se trata esto en mi propia vida?
  3. ¿Es mi vida un modelo de sencillez evangélica? ¿habrá en mi vida algo que estorbe para decir que sí vivo el Evangelio? ¿las cosas que yo tengo las pongo al Servicio del Señor? ¿Habrá alguien que en mi vida se escandalice porque estoy viviendo lejos del Evangelio?
  4. Cuando me acerco a la vida de la Iglesia ¿Creo que sólo son ritos externos, pero no me cambio desde adentro? ¿Soy capaz de verme con la mirada de Jesús? ¿Cuáles cosas creo que el Señor me pediría que cambie para ser su discípulo?
  5. ¿Doy frutos de cristianismo? ¿Realmente mi vida es una forma de conversión para los demás? ¿Cuáles son las cosas buenas que hago que podría multiplicar? ¿Cuáles son las cosas buenas que no hago y que siento que el Señor me llama para hacerlas?
  6. ¿Estoy convencido que debo prepararme para su venida? ¿Cómo será este encuentro con el Señor?
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                                       ORACIÓN
¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?
71,1: A ti, Señor, me acojo nunca quede defraudado.

71,2: Por tu justicia, líbrame y rescátame, tiende tu oído hacia mí y sálvame.

71,3: Sé mi roca de refugio, siempre accesible, la que prometiste para liberarme, pues mi peña y mi alcázar eres tú.
71,4: Dios mío, líbrame de la mano perversa, del puño criminal y opresor.
71,5: Tú eres mi esperanza, Señor mío, y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
71,6: Desde el seno materno me apoyaba en ti, desde la entrañas de mi madre me sostenías. ¡A ti la alabanza continua!
71,7: Eres un prodigio para muchos, pues tú eres mi refugio fortificado.
71,8: Llena está mi boca de tu alabanza, de tu elogio todo el día.
71,9: No me rechaces ahora en la vejez, no me abandones, cuando decaen mis fuerzas,
71,10: porque mis enemigos hablan de mí, quienes me espían dictaminan:
71,11: Dios lo ha abandonado, persíganlo, aprésenlo, que no hay quien lo libre.
71,12: Oh Dios, no te quedes lejos, Dios mío, apresúrate a socorrerme.
71,13: Sean confundidos y humillados los que atentan contra mi vida; cúbranse de humillación y de vergüenza los que buscan mi daño.
71,14: Yo en cambio esperaré siempre, reiterando tus alabanzas.
71,15: Mi boca anunciará tu justicia y tu salvación todo el día, aunque no sepa contarla.
71,16: Entraré en tu fortaleza, Señor mío, recordaré tu justicia, Señor, sólo tuya.
71,17: Me instruiste, Dios mío, desde mi juventud y hasta hoy he anunciado tus maravillas.

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