viernes, 13 de enero de 2017

LA FELICIDAD DE JUAN, ¿ES LA NUESTRA?

 carta
LA FELICIDAD DE JUAN, ¿ES LA NUESTRA?
En las fiestas que hemos acabado hace solo unos poquitos días, algunos hemos sido muy nostálgicos, o al menos hemos pretendido no perder eso "que llamamos buenas costumbres al uso". Por ejemplo, es casi norma, en navidades, el mandar una felicitación.
Aunque he de confesar que las felicitaciones están en desuso, y sobre todo en la generación de las nuevas tecnologías. Reconozco que escribir un feliz navidad mientras escucho un villancico, a veces suena a frio.
Sin embargo no quiero dejar mal sabor de boca con las felicitaciones, porque en el fondo entiendo que expresan un deseo profundo, procuran dar un granito de felicidad a quien se la deseamos, ¿quien no puede hacer un poquito más feliz a alguien y tratar de no hacer más infeliz a nadie?. Muchas veces sabemos cómo ser felices, y no podemos. También es verdad que otras veces creemos saber como, pero nos engañamos.
Pero ¿en qué consiste ser feliz?. Quizás no es rebosar de alegría, carecer de problemas, libre de dolores, creo que tampoco es que se realicen todos los deseos... Creo que ser feliz es sentirse bien consigo mismo y con todos los demás. Es decir, en paz con todo, a pesar de todo.
Para ser feliz no hace falta una felicidad plena, ni un ánimo perfecto, ni una pareja perfecta, ni una familia perfecta, ni una salud perfecta. Somos seres inacabados y en, en el mejor de los casos, nuestra felicidad también está inacabada. Tener buena salud o mucho dinero, puede ayudar a ser feliz, pero no seremos más felices.
Yo creo que Juan, este fin de semana también es feliz. Es feliz porque es capaz de encontrar lo que le da la felicidad. A veces, en la felicidad, nos quedamos a medio camino. Es como cuando un hijo nos plantea lo que quiere ser de mayor y nosotros le decimos que eso es poco para él. A veces nos quedamos con lo fácil de la vida y no ahondamos un poco más, incluso a nivel religioso nos pasa lo mismo.
Nuestra fe, a veces, se queda en un mero cumplimiento, en un tranquilizar las conciencias, en cumplir con los preceptos que están mandados, pero, como Juan, no salimos al encuentro, no nos hacemos los encontradizos, no provocamos aquello que realmente nos hace felices y lo compartimos. Hoy, Isaías (49,3) dice "es poco que seas mi siervo", estamos llamados a algo más. Estamos llamados a señalar la presencia de Jesús en medio del mundo, aunque eso nos suponga cierto riesgo.
Somos, lo decía antes, seres inacabados. Es por ello que tenemos que colaborar en autoacabarnos y solamente el convencimiento como el que tenía Juan de señalar con el dedo, "este es el Cordero de Dios....", es porque tenemos que descubrir en la cotidianidad y en la relación con los demás lo que Dios quiere de cada uno de nosotros y hacer como el salmista "aquí estoy, Señor para hacer tu voluntad".
¡Qué buenas las lecturas de este fin de semana!. Hemos entrado en el tiempo ordinario. Ordinario no por vulgar, ordinario por ser de todos los días y no haber una fiesta de renombre que nos obligue a tener que cambiar de color. Todo lo contrario. No nos olvidemos que tenemos que dejarnos cuidar y cuidarnos. No, ante las adversidades, tenemos que desesperarnos.
En nuestro fondo habitan la luz y la presencia. Dejemos que desde la presencia del corazón nos digamos que vivamos en paz con nosotros y con todos, en paz con todo y bendigamos la vida de cada día, por la mañana y por la noche, a pesar de todo. Sí, a pesar de todo.
Juan fue feliz, y ¿nosotros?
Hasta la próxima



Paco Mira

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