viernes, 11 de octubre de 2013

LECTURA DEL DOMINGO 13 DE OCTUBRE

                                     
Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (5,14-17):

En aquellos días, Naamán de Siria bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta Elíseo, y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: «Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta un regalo de tu servidor.»
Eliseo contestó: «¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada.» Y aunque le insistía, lo rehusó.
Naamán dijo: «Entonces, que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor.»

Palabra de Dios

                          Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3cd-4

R/.
 El Señor revela a las naciones su salvación

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad. R/.


                                                 Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2,8-13):

Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada: Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna. Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.

Palabra de Dios


                                                      Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

Palabra del Señor 

Preguntémonos para reconstruir el texto:
 ¿Hacia dónde se dirigía Jesús y qué lugares atravesaba?
 ¿Quiénes le salieron al encuentro?
 ¿Qué es lo que le decían estas personas a Jesús? ¿Qué título le dan a Jesús?
 ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? ¿Ante quiénes debían presentarse?
 ¿En dónde está escrito aquello que personas de esta condición debían hacer?
 ¿Qué hizo el extranjero? ¿Dónde volvió?
 ¿Qué fue lo que preguntó Jesús?
 ¿Qué fue lo que le dijo Jesús al extranjero?

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto?
Hoy en día hay un gran debate mundial sobre la inmigración. Las lecturas de este domingo nos llaman a ser más libres con el extranjero, más compasivos. En la mayoría de nuestros países ocupamos la tierra que perteneció a otros, hemos dado la bienvenida y atraído a grandes mentes
y talentos para enriquecer a nuestras sociedades, quizá empobreciendo a otras naciones. Ahora sabemos que hay personas muy humildes y pobres en nuestros países que hacen trabajos muy duros que otros no quieren hacer, dando un ejemplo de austeridad, mientras envían ayudas
económicas a seres queridos aun más necesitados. ¿Qué nos inspiran a pensar las lecturas de hoy?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
 1. ¿Estoy consciente que Jesús pasa por mi vida, por mi camino?
2. ¿Reconozco a Jesús, el maestro? ¿Qué quisiera decirle?
3. ¿Cuáles son aquellas cosas que no han sido curadas en mi vida, en mi mente, en mis recuerdos, en mi espíritu? ¿Podría reconocer estas cosas?
4. ¿Soy capaz de acercarme al Señor Jesús y decirle: Jesús, maestro, ten piedad de mi?
5. ¿Alzo la voz para que el Señor, el Maestro me escuche? ¿Mi oración es tan interna que ni siquiera yo la escucho….?
6. ¿Qué significaría hoy el gesto de ir a presentarse a los sacerdotes? ¿Podríamos hacer una paráfrasis, y reconocer también la necesidad del sacramento de la reconciliación para presentarme ante el Señor?
7. ¿Soy agradecido con el Señor? ¿O mi vida es un sinfín de porqués que no entiendo?
¿Puedo ver todo lo que Él me regala, me ayuda, me conduce?
8. ¿Reconozco los dones del Señor? ¿Qué hago con lo que tengo para ponerlo al servicio de
los demás?
9. ¿Entiendo que Jesús pone la fe, como necesaria para curarse?

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?
 Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora.
Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:


 Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
 Gracias por todos los dones que me has dado. Por la vida, por la salud, por el conocimiento que tengo de Ti y porque te reconozco como Maestro.
 Dame Señor la gracia que también pueda yo decir: ¡Ten piedad de mí!
Que sea humilde, que reconozca todo lo que me falta para poder vivir de acuerdo a tu proyecto de amor.
 Dame fuerza para alzar mi voz, para reconocerte públicamente como el Señor, el Maestro, el dueño de la vida.
 Gracias porque has venido a limpiarme de mis impurezas, porque el enemigo que me engaña y me ata con sus confusiones, ya no tiene fuerza sobre mí, porque tu Palabra
Salvadora me limpia, me purifica y me lleva a estar con mis hermanos, en la Iglesia.


 Gracias Señor.

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